Gracias amor por la plenitud

Gracias amor por la plenitud.

Esta al abrir los brazos para abarcar todo el espacio infinito que se precipita frente de mí.

Está en ese deseo de mantener los ojos abiertos por contemplar el brillo que delata la creación de miles de soles y estrellas fulgurante.

Y no entiende porque tiene que cerrarlos, porque no puedes mantener la mirada siempre abierta atenta, al igual que los sentimientos siempre abiertos atentos, en pleno gozo de vida.

En mi están todos estos momentos vividos con tanta intensidad y plenitud, con tanto gozo y alegría, con tanta intensidad de vida y pulso de energía.

Recorro los espacios vividos y reconozco en cada uno de ellos, los momentos vividos en plena tormenta emocional, del amor al odio, de la caricia a la riña, del ronroneo de los amantes al grito de los rivales.

Del frio distante de invierno al verde fresco de primavera, del beso húmedo de musgo de otoño a la sequedad del sol de verano.

El brillo de la mirada que siempre desenmascara el ser de luz amor y energía de su interior.

El calor de las caricias y la calidez de los labios, que acunan fragancias de romero y tomillo, en las noches más calurosas de verano.

Los gritos más ensordecedores que cómo las olas se repiten sin saciedad, con su musitar mío, mío, mío, yo, yo, yo, vete, vete, vete. Hasta vencerte derrotado como el ave herida en pleno vuelo, que repliega sus alas herida en busca de refugio.

Y el retornar de los vencejos con su trinar musical que anuncia el florecer de nuevos prados repletos de colores y armonías de amor, gozo y luz.

El tomar a hurtadillas los frutos más dulces, que cómo mieles embriagadas en forma de higos estallan en los paladares más deseos de gozo y amor.

Allí donde nunca se pone el sol del mirar de los amantes, allí done con solo besar se cura y te sacia la plenitud y el gozo de todos los ayunos y hambrunas pasadas.

Allí donde el brillar de las estrellas se confunde con el brillar de los amantes, en noches de terciopelo, que como la piel madura del melocotón se desnuda para ofrecer la calidez bronceada por el sol de verano.

Porque están en mí estos recuerdos tan vivido en plenitud, donde todo espacio es inmenso y todo ello cabe en una minúscula gota de agua, que como una lágrima recorre la mejilla antes de ser sorbida por la plenitud de mí Ser.

¿Existió de verdad la fragancia tenue y pálida de la mirada, la caricia azula de las noches en luna llena, el abrazo soleado en arenas tostadas por las brisas marinas, las noches alumbradas por miles, millones de soles que como pequeñas y diminutas estrellas que hacían brillas el verde fulgurante de los ojos de los amantes?

¿Existió la plenitud y el gozo inmenso y eterno que inmutable está en mi o solo fue un recuerdo, un sueño, una ilusión, una fragancia y todo ello se cruzó en mí como por arte del azar, en el destello de un instante?

Y me pregunto existió de verdad o solo está en mi mente, es el recuerdo mental que crea la realidad o es la realidad mental que crea el recuerdo.

Gracias amor por poner en mis todos estos momentos vividos y hacer mi existencia plena, gozosa, llena y rebosante de luz amor y energía.

Gracias amor por hacerme consciente de cuál es el objetivo de nuestra existencia,

Gracias amor por hacerme sentir, gozar, vivir, porque sin ello no hay plenitud en esta existencia.

Fragmento de “El primer amanecer”.

1 de enero de 2016

© Jordi Ysàs